El siguiente paso se dio hace una hora escasa. Agarrando el Bus21 camino de Goya me he cruzado con una vaca gigante vestida de torero, en Colón, al lado de la Bandera de la Nación. Majestuosa Vaca. Majestuosa Bandera. Vestida de azul cielo, esa vaca, torera, vacilona, desafiante y graciosa, parece, día y noche, como pedir a la Bandera que le embista. Esa es la Cow Parade Madrid, vacas multicolor y multitemáticas dispersas por los rincones y lugares más significativos de la Capital del Reino de España. Una oportunidad perfecta para que los señoritos de la ciudad sepan cómo es una vaca.
Dicen de ellos que están enfermos, que son unos frikis, que les debería dar vergüenza serlo. Le restan importancia, lo desprecian, lo menosprecian. Con cara despectiva y con comentarios carentes de toda originalidad se dirigen a tí los que no te siguen cuando hablas, deseas comentar o directamente estás disfrutando de ello. Nunca te entenderán y tú a ellos tampoco porque la única conexión posible entre ambos mundos es imposible que se dé, porque ni unos ni otros están dispuestos a ceder. Es como una religión. Es un religión. Es una cuestión de Estado en cada hogar del mundo sí en ese hogar existe algún creyente. Es simple; o lo sigues o no lo sigues. O te estremeces o pasas de la cuestión. O te emocionas o eres indiferente. Porque la vida misma separa a dos tipos de personas: los que ven LOST, y los que no.
Salud españoles, y a disfrutar de la Quinta Temporada.
Es una vergüenza. Con semejante competencia la Iglesia Pastafari nunca jamás llegará a dominar el mundo. Y es una pena porque mira que como religión es mejor que cualquier cosa que te echen en la caja tonta (hasta que salga por la caja tonta, claro). Un saludo, a seguir escribiendo así de bien.
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